sábado, 23 de febrero de 2008

Ausencia

Quise entregarte todo,
mi corazón y mi vida
Y te llevaste mi alma,
en tus pequeñas manitas.

Y aquel cuerpo diminuto,
de un cincelado perfecto
aquellas pupilas claras
eran mi ser, y mi aliento.

Que mi vida respiraba por tu nariz,
Que mis ojos no veían sino tu rostro,
y mis manos se desesperaban por brindarte
calor, suavidad, dulzura, y apoyo.

Porque el cielo querría llevarte?
Es incierto el macabro destino
no era a caso suficiente el cuidarte?
no era yo quien, para amarte, mi niño?

En las noches tu ausencia me agota
Me domina el silencio infinito
Hacen llagas en mi alma las horas
En que no duermo pensando en ti, hijo.